La decisión del Gobierno de someter la Ley de Eutanasia a "discusión inmediata " ha inyectado una dosis de máxima tensión en el Congreso, resucitando acusaciones de electoralismo. Sin embargo, el verdadero foco de urgencia no reside en las maniobras políticas, sino en el sufrimiento silente de miles de personas.

La ley actual, al penalizar el auxilio médico para morir, impone una obligación de vivir en condiciones de dolor intolerable y deterioro irreversible. Tras catorce años de espera legislativa, el imperativo no es de la agenda política, sino de la ética humana. Urge legislar para que la dignidad no sea solo una palabra, sino un derecho ejercible hasta el último aliento.

La esencia de este debate reside en la autonomía frente al sufrimiento. Aunque la promoción de los cuidados

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