“Un resultado como el del Guggenheim Bilbao demuestra que vale la pena arriesgarse”, me dijo Frank Gehry durante una entrevista, en junio del 2011, en su estudio de Los Ángeles, una enorme nave de 4.000 metros cuadrados, en la que trabajaban un centenar de profesionales con una edad promedio de 35 años, entre decenas y decenas de maquetas a escala 1/50.

La frase que abre esas líneas sintetiza el espíritu creativo que ha impulsado la larga carrera de Gehry, nacido en Toronto, en Canadá, en 1928 y fallecido este viernes en su casa de Santa Mónica a los 96 años, consolidado ya como uno de los más afamados arquitectos norteamericanos del siglo XX, junto a autores como Frank Lloyd Wright y Louis Kahn, pero, a diferencia de ellos, activo durante el primer cuarto del XXI.

Gehry nació en una mod

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