Guadalajara, Jal., Un recuento iniciado en sus memorias más remotas, junto a su abuela paterna o a su madre a los 5 años de edad, cantarines siempre como recuerda eran, que termina en la promulgación de la felicidad que le causa a sus 81 años ejercer un trabajo que no es trabajo, porque “a mí siempre me gustó cantar, no es que no haya hecho otra cosa en mi vida, pero lo que nunca he dejado de hacer es cantar”.

Al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara, Joan Manuel Serrat se llenó de evocaciones, se volvió un relator nostálgico que más allá de recordar los grandes conciertos, las ovaciones, otros reconocimientos, centró su discurso en su historia formativa, de trabajo para lograr el propósito buscado.

Por ello, dijo respecto a su nombramiento que no sabía sí

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