Luego de la montaña rusa que significó el estallido social, la pandemia y los procesos constituyentes, al finalizar el Gobierno de Boric todo parece detenido. La aprobación oscila apenas unos puntos, la desaprobación también

Hay momentos en que un país deja de contarse a sí mismo. Como si se apagara la música y quedáramos todos detenidos, escuchando solo el eco de nuestras certezas. Algo así le ocurre hoy a Chile . La política perdió su dramaturgia. No porque falte conflicto, sino porque el conflicto ya no produce relato. No hay quiebres, no hay reconciliaciones, hay escaso movimiento, con bloques fijados en su posición desde antes que comenzara la obra.

Las curvas de aprobación presidencial lo muestran con simpleza. En los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos, y también en el largo ciclo

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