La conversación global sobre qué ocurre con nuestros datos, nuestras identidades y nuestras huellas digitales después de la muerte acaba de sumar un capítulo inédito en Argentina. El constitucionalista Andrés Gil Domínguez formalizó ante el escribano público Lisandro Barga un testamento que regula su “existencia digital” post mortem, un documento sin precedentes en la región que incorpora de manera explícita la noción de amortalidad digital. La parte notarial contó además con la colaboración de las escribanas Cristina Armella y María Raquel Burgeño.

El texto establece la voluntad libre, informada y consciente del jurista de organizar jurídicamente su continuidad digital una vez producido su fallecimiento físico. Ese marco habilita la creación de un “sujeto de representación digital”: una

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