Un día, el secretario del Tesoro estadounidense y operador de los sectores más conservadores del establishment financiero norteamericano se jacta de cómo su país está recuperando control e influencias en buena parte de Latinoamérica sin disparar un solo tiro ni promover golpes de Estado como en los años de plomo y las pujas de la Guerra Fría .

Otro día, el histriónico inquilino actual de la Casa Blanca se ufana del poderío de su país, despliega el portaaviones Gerald Ford (el mayor del mundo) en aguas del Caribe y una flotilla de aeronaves de combate en Puerto Rico y pequeñas islas satélite y comienza un goteo de ataques con misiles a pequeñas embarcaciones que acusa de ser vehículos del narcotráfico , al que promete combatir sin tregua.

El mayor despliegue militar de las ú

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