Lamentablemente los argentinos acabamos de ser espectadores de una deplorable vergüenza ajena, ante la patética y ridícula actitud de un grupo de legisladores nacionales que al asumir sus cargos no entendieron ni siquiera dónde estaban, qué representaban, ni cuál era su rol en la sesión especial en que se procedía a su incorporación al Congreso de la Nación.

Sin duda fue lamentable su inconducta, que por cierto puso al descubierto lo limitado de su educación y su inocultable torpeza. Pues llegaron sin siquiera saber ni medir la naturaleza y magnitud del acto que los tendría como protagonistas.

No trepidaron en lanzar improperios, vociferando denuestos, y haciendo alusiones impropias y ajenas al acto, dejando al descubierto su supina ignorancia al pretender un juramento que no solo no es

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