Javier Milei iba a ser recibido como el amigo de Donald Trump . Sería el único presidente que compartiría palco con el norteamericano y el exclusivo invitado a participar de la caravana presidencial hasta el Kennedy Center. Era el cielo con las manos, pero el Presidente se fascinó, por primera vez, con dar una pelea local .

Los dedos en el barro. Todo, por la primera minoría que consiguió con esmero en Diputados y por la dialéctica ética con la AFA. Tanto mirarse en las aguas estancadas de la política, quizá sin saberlo, se perdió el anuncio de una inversión por 4 mil millones de dólares para la Argentina. Eligió enfrentar al Chiqui Tapia más que seducir al asesor norteamericano Richard Grenell .

“ Gravísimo error . No cayó para nada bien que no viniera al sorteo del Mundial

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