James Cameron (Ontario, 1954) piensa en grande y rara vez se queda corto en su ejecución. Cuando se propuso imaginar un futuro dominado por las máquinas, creó una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia. Cuando decidió inspirarse en una recordada catástrofe del siglo XX, despachó una de las cintas más épicas y románticas de todos los tiempos. Y cuando se atrevió a imaginar una historia situada en un mundo completamente nuevo, facturó una de las superproducciones más inmersivas que se recuerde.
A sus 71 años, el director de Terminator (1984) y Titanic (1997) conserva el pulso que lo encumbra como una figura determinante del cine de las últimas cuatro décadas. Tras completar ocho años de arduo trabajo entre Manhattan Beach (California) y Wellington (Nueva Zelanda), ahora

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