Como quien prepara una excursión. Con tapers con comida y sacos de dormir, llegaron los tres involucrados el viernes por la tarde (28 de noviembre) con la intención de pernoctar en la Universidad de Magallanes y, cuando los pasillos de la Facultad de Humanidades se hubieran vaciado, borrar el mural del único detenido desaparecido de la región, Francisco Bettancourt.
Para un sector estudiantil, esto se trató de un acto político premeditado, perpetrado por individuos que tendrían vínculos con el Partido Republicano.
Con el correr de los días, luego surgió otra arista: la vinculación de una de las involucradas en una iglesia evangélica.
La respuesta institucional, liderada por la Rectoría de la Universidad de Magallanes (Umag), se ha centrado en el resguardo de la identidad de los autores.

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