Hay lugares que parecen respirar siglos al ritmo lento del mar, como si cada ola se llevase un recuerdo y trajera otro distinto. En la ría más alta de las Rías Baixas , justo donde el sosiego empieza a transformarse en ruido atlántico, un pequeño pueblo de apenas 1.600 habitantes mantiene viva una historia que comenzó mucho antes de que existieran sus calles empedradas.

Allí, en un rincón en el que los amaneceres iluminan castros de otro tiempo y los vientos recuerdan viejas incursiones, se levanta también una fortaleza costera que hoy busca nuevo propietario : el imponente Castillo del Cardenal.

Estamos en Corcubión, un enclave donde la vida se enraíza en la prehistoria y se expande hasta el presente con la serenidad de los pueblos que han sobrevivido a todo. Fue hogar del hombre

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