A de 23 años, su sano apetito hormonal le jugó una mala pasada. Poseedor de un afro respetable, quiso hacer honor a la supuesta voracidad que caracteriza a los de su rasgo genético, en un índice menor a 1 de cada 10 personas en el mundo, con pelo ensortijado sobre piel blanca y el supuesto furor sexual que los identifica.

No contaba con la astucia de la señora madre del objeto de sus delirios y la repentina intervención de la DIEP.

Casi, casi, con las manos en la masa, minutos después de haber pretendido saciar su hambrazón, le cayó una doble guaya en las extremidades superiores, a la altura de las muñecas, que lo inmovilizó y mantuvo lejos de la presa y los cubiertos.

.Según la fuente, el hecho ocurrió en el Sector Las Pumalacas, parroquia Argimiro García, del municipio Tucupita, siend

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