Para muchas personas, la decoración navideña es sinónimo de alegría y celebración familiar. Sin embargo, existe un grupo que experimenta sensaciones opuestas al momento de armar el árbol de Navidad, y especialistas en psicología advierten que esta decisión puede ser una forma consciente de protegerse emocionalmente.
El rechazo a realizar esta tradición puede estar vinculado a sentimientos de estrés, melancolía o carga emocional. Aquellos que atraviesan duelos o ausencias familiares, ya sea por fallecimientos o distancias, suelen sentirse abrumados por los rituales propios de la Navidad.
Además, el final del año suele traer consigo una sobrecarga laboral, gastos elevados y múltiples compromisos sociales, lo que genera un agotamiento significativo. En este contexto, optar por no armar el á

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