Comienzo reconociendo que su personalidad y trayectoria es diferente a la de Petro. Es hombre sereno, parco en sus expresiones, pulcro en su vida personal; que sea una persona “normal” ya dice mucho. Nunca defendió la violencia como medio para transformar la sociedad; al igual que Álvaro Uribe, su adversario de tantos años, es su víctima: los progenitores de ambos fueron asesinados durante este largo ciclo de turbulencia homicida de origen político que Colombia ha padecido. Y que, a mi juicio, ya concluyó. Lo que ahora tenemos son bandas criminales con las que no tiene sentido discutir ajustes al modelo económico y social. Fracasada la Paz Total, lo que viene es el ejercicio firme y sereno de la autoridad.

Justamente aquí comienzan las preocupaciones. El eje de la vida política de Cepeda

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