Una conexión wifi lenta o inestable puede convertirse en un verdadero inconveniente para la mayoría de personas, especialmente porque hoy este recurso es esencial no solo para comunicarse, sino también para desarrollar múltiples actividades cotidianas que dependen por completo de la red. Por ello, identificar el origen del problema y actuar a tiempo es fundamental para mejorar la experiencia.

Las causas detrás de una mala conexión pueden ser diversas: fallas del proveedor, una ubicación inadecuada del router, objetos que bloquean la señal, condiciones climáticas como la lluvia, entre muchos otros factores. En este contexto, algunos trucos poco conocidos pueden marcar la diferencia.

Uno de los pasos clave es conocer la velocidad real de la red doméstica. Una forma sencilla de hacerlo

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