Cuando llega diciembre, el jardín empieza a pedir movimiento. Las temperaturas suben, el sol se vuelve protagonista y la tierra —más tibia y permeable— se convierte en el escenario perfecto para comenzar nuevas siembras. No importa si el espacio es amplio o si apenas tenés algunas macetas en el balcón: este mes ofrece un abanico enorme de plantas que prosperan con facilidad y que llenan de vida cualquier rincón.
El verano temprano tiene una ventaja clave: las semillas germinan rápido y las plantas se desarrollan con mucha energía. Por eso, diciembre es casi un “mes bisagra” entre lo que se sembró en primavera y lo que acompañará al jardín durante el resto de la temporada.
Entre las especies favoritas asoman las aromáticas clásicas, como la albahaca, el perejil y el orégano. La albaha

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