Si uno visita el Parque Warner en pleno verano, es fácil quedarse con la imagen de siempre: calles amplias, atracciones que se escuchan desde la entrada y una sucesión de personajes que van apareciendo por las esquinas. Lo curioso es cómo, cada diciembre, el lugar cambia de piel sin perder su esencia. A partir del 6 de diciembre de 2025 , ese cambio vuelve a producirse. El recinto se transforma en un territorio casi paralelo, un espacio en el que la Navidad de Parque Warner entra sin pedir permiso, con nieve artificial cayendo a ratos, luces que se encienden antes de que anochezca y un ambiente que mezcla música, color y cierto aire cinematográfico. La campaña termina el 5 de enero de 2026 , pero durante ese período el parque mantiene un tono distinto, como si funcionara bajo un guion especial.
Un decorado que no se limita a parecer navideño
Cuando se cruza la entrada, se percibe algo que no ocurre el resto del año: el parque parece más ancho, quizá por el contraste entre la iluminación y los adornos que cuelgan de las fachadas. Los árboles decorados aparecen incluso en zonas donde normalmente no hay ni un tiesto. Hay rincones que parecen diseñados para que los visitantes se detengan sin prisa, como si la intención fuera que el recorrido se convierta en parte de la experiencia, no en un simple traslado entre atracciones. A ratos, pequeñas ráfagas de nieve caen sin aviso y provocan ese gesto inevitable de sorpresa, sobre todo en quienes llegan por primera vez.
Los personajes clásicos del parque, especialmente los Looney Tunes , adoptan un vestuario navideño que les cambia la expresión. Esa simple modificación —un gorro, una bufanda, algún adorno que asoma por el traje— suele tener un efecto curioso: los niños los reconocen, pero no exactamente, y eso genera un pequeño juego de identificación entre ellos.
Una programación que se apoya en los espectáculos
La temporada incorpora varios estrenos. El más relevante, por su formato, es The Santa’s Magical Bell , representado en el Teatro Hollywood . Allí, un elfo se ve envuelto en una historia que combina humor, canciones y un pueblo entero que ha perdido el entusiasmo por las fiestas. No es un espectáculo que dependa únicamente del número musical; juega con escenas breves, algún diálogo inesperado y una escenografía que cambia más veces de lo habitual.
En el área del Oeste aparece «Una Navidad en Dodge City» , que toma como punto de partida los clichés del género western y los mezcla con elementos navideños sin preocuparse demasiado por la coherencia histórica. Esa mezcla es parte de su encanto. Muy cerca, ChristmasTown funciona casi como un pequeño pueblo dentro del parque, una zona repleta de detalles donde aparecen animaciones efímeras que duran apenas unos minutos. Quien se detiene a mirar descubre pequeños gestos, desde duendes que salen de una puerta lateral hasta breves coreografías improvisadas.
El Encendido del Árbol de Navidad, ubicado en Hollywood Boulevard , sigue siendo uno de los momentos más concurridos. No es extraño ver a los visitantes adelantarse para buscar un hueco desde el que observar la iluminación completa del árbol, que suele activarse con música en directo y un breve número de los personajes principales.
El Taller de Papá Noel, una pausa en mitad del recorrido
Entre atracción y atracción aparece un espacio que rompe el ritmo del parque: el Taller de Papá Noel . Allí no suena música alta ni se escuchan gritos de las montañas rusas. La decoración es cálida, construida con objetos que simulan la preparación de juguetes. Los visitantes suelen detenerse más de lo previsto, quizá porque la atmósfera pide bajar el paso. Es también el lugar elegido para dejar la carta dirigida a Papá Noel o a los Reyes Magos , un gesto que mantiene intacto su efecto incluso entre adultos.
Entradas y planificación práctica
Las entradas pueden adquirirse desde 32,90 euros si la compra se realiza online, algo que el parque fomenta para evitar esperas en las taquillas. El horario varía según el día, y lo más habitual es consultarlo en el calendario que aparece en la web oficial. Allí se muestran también los horarios de los espectáculos, lo que facilita organizar la visita si se quiere enlazar varias funciones sin tener que recorrer el parque en carreras.
Llegar al Parque Warner no tiene complicación: carretera directa desde Madrid, autobuses habituales y una red de accesos que soporta el aumento de público que trae diciembre. Aunque pueda parecer un detalle menor, diciembre suele convertir algunos días en auténticos picos de afluencia, por lo que planificar la llegada puede ahorrar más tiempo del previsto.
En conjunto, la Navidad del Parque Warner crea un ambiente que pocos parques temáticos se permiten. No se limita a colgar luces; construye una narrativa que obliga a mirar alrededor más de una vez, y que convierte una jornada corriente en un recorrido que mezcla ocio, decorado y cierto aire de celebración continua.
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