El Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú existe desde 1860. Nació como una institución ciudadana y solidaria en tiempos en los que el Estado era demasiado débil para atender incendios, rescates y emergencias. Desde entonces, más de un siglo y medio después, sus integrantes siguen cumpliendo una función esencial sin recibir ningún tipo de remuneración. Son personas que arriesgan su vida por la seguridad del resto, movidas únicamente por vocación y compromiso cívico. En ese sentido, son, por excelencia, servidores públicos.

Precisamente por ello, el Estado tiene el deber de protegerlos, equiparlos con los mejores implementos y garantizar que cada intervención la realicen con estándares de seguridad que reduzcan al mínimo los riesgos que ya de por sí enfrenta esta labor.

Pero esa

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