Ciudad de México. La falta de organización y protocolos de la alcaldía Gustavo A. Madero para atender la llegada masiva de peregrinos se ha convertido en un dolor de cabeza para los habitantes de los alrededores de la Basílica de Guadalupe.

Cada año, en días anteriores al 12 de diciembre, las calles son bloqueadas por filas de autos y camionetas estacionadas en espacios apartados por franeleros, quienes cobran de 100 a 900 pesos por lugar. “Dejan que la gente invada como sea; las escuelas se tienen que cerrar y el vecino tiene que negociar con el peregrino”, denunció una habitante.

A ello se suman decenas de tiendas de acampar instaladas en fila sobre calles y jardineras, así como los grupos de visitantes devotos que descansan sobre cartones y cobijas, lo que satura las entradas de vivi

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