El 11 de diciembre de 1827, mediante el Protocolo de Londres, las potencias europeas reconocieron formalmente la independencia de Grecia, consolidando uno de los procesos de emancipación más influyentes del siglo XIX. Tras años de guerra, resistencia popular y negociaciones internacionales, Grecia se convirtió en un estado soberano que redefinió la geopolítica del Mediterráneo oriental.

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