Cristina Casanovas tenía 7 años cuando, en septiembre del 2013, le diagnosticaron rabdomiosarcoma, un tipo de cáncer poco frecuente y muy agresivo que se desarrolla a partir de las células del músculo esquelético. Después de diez meses de tratamiento en el hospital Sant Joan de Déu, en Esplugues de Llobregat (Barcelona), la enfermedad reapareció. Los padres descubrieron entonces que no solo no existía terapia para estos tumores en fase de recaída, sino que ni siquiera se estaba investigando.

Les invadió la desesperación. “Buscamos en todo el mundo, hablamos con expertos de hospitales de Italia, Francia y Estados Unidos, pero no conseguimos encontrar una solución para nuestra hija”, recuerda Laura Abella, la madre. La niña falleció en el 2015, pero su familia quiso transformar el dolor en

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