Por Florencia Sanabria (*), en diario La Nación

En los últimos años se observa un fenómeno que se repite: bebés y niños muy pequeños que llegan al consultorio con ausencia o pérdida de lenguaje, falta de contacto visual, irritabilidad, sueño desorganizado y conductas que se parecen a un trastorno del neurodesarrollo. Muchos padres se muestran angustiados, pensando en autismo. Pero al revisar la historia clínica aparece un dato central: exposición temprana y prolongada a pantallas.

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Quiero explicar qué ocurre en el cerebro del bebé cuando esto pasa, por qué lo llamamos “apagado funcional” y qué encontramos hoy en la evidencia científica. Cómo una pantalla puede “apagar” un cerebro infantil. No se

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