En medio de la erosión institucional que atraviesa el país, los derechos humanos se han convertido en el blanco favorito de un régimen que intenta a toda costa reducir la política a la matonería y confunde autoridad con la capacidad de torcer principios. El ejemplo más reciente es la Ley N.º 32107 aprobada por el Congreso que intenta habilitar la prescripción de delitos de lesa humanidad cometidos antes de 2003. Dicha norma, además de contradecir antijurídicamente la arquitectura del derecho internacional, se alinea a una peligrosa nostalgia por un orden previo a la civilización jurídica construida tras las guerras mundiales.

Los derechos humanos son el fundamento que hace posible la convivencia en una sociedad que pretende ser civilizada. En ese sentido, es el pacto mínimo que impide que

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