Mirar el celular una y otra vez, incluso sin notificaciones nuevas, se volvió un gesto casi automático. Muchos lo hacen sin pensar, pero la psicología sostiene que este comportamiento revela mucho más que simple costumbre: puede estar relacionado con ansiedad, necesidad de validación o incluso con una forma moderna de dependencia emocional.
El teléfono dejó de ser un dispositivo para llamar: es agenda, cámara, banco, ventana al mundo y, en muchos casos, refugio emocional. Su presencia permanente generó un nuevo modo de estar conectados… y también un nuevo tipo de inquietud cuando no lo tenemos cerca.
Hoy, según datos de We Are Social , pasamos en promedio 3 horas por día con el teléfono. El uso empieza cada vez más temprano —entre los 10 y 14 años, incluso antes— lo que crea una

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