Por Rafael Rosell Aiquel, Rector Universidad del Alba

Miles de familias siguieron el último debate presidencial con la expectativa —más bien la necesidad— de escuchar una señal clara sobre el futuro educativo de sus hijos. El momento era propicio: luego de años marcados por brechas, rezagos de aprendizaje y un sistema tensionado por desigualdades persistentes, la ciudadanía buscaba respuestas que iluminaran un camino posible. Sin embargo, esa claridad nunca llegó.

La educación reapareció como un tema más dentro de un guion saturado de diagnósticos repetidos, pero escaso en soluciones concretas. Se mencionaron problemas estructurales, sí, pero sin explicar cómo se fortalecerá a los docentes, cómo se abordará la recuperación de aprendizajes que aún golpea a los sectores más vulnerables ni

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