Veo con curiosidad e interés las propuestas de regulación para el uso de redes sociales por menores de edad que se están manejando en Australia, China y la Unión Europea. En principio, me opongo a todas las irrupciones del estado en la vida privada de los ciudadanos, y creo que el acceso a internet por parte de niños y adolescentes debería estar regulado por sus padres. Sin embargo, una generación entera de padres ha (hemos) fracasado en la misión de proteger a nuestros hijos de los innumerables peligros de la red, y es posible que una regulación por parte de los estados no sea indeseable. Porque estamos ante un fenómeno que amenaza el bienestar de un porcentaje altísimo de muchachos que están sufriendo deformaciones en sus cuellos, en sus manos, y sobre todo en sus mentes.

Otra regulac

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