Las opiniones que he leído o escuchado acerca de «Reconciliación», el libro de memorias del Rey Juan Carlos, han sido en general negativas, sobre todo con el argumento de que, como al autor le recomendó su padre, los reyes no deben adentrarse en tales aventuras. Y luego están los detalles sobre tal o cual acontecimiento, casi siempre con razón porque don Juan Carlos ha escrito apelando a sus recuerdos sin poder consultar, desde Abu Dabi, su archivo documental –que seguramente acumula polvo en algún sótano de La Zarzuela–. Pero a mí no es esto lo que más me interesa y, desde luego, me parece muy positivo el intento del Rey emérito, aunque en algunos aspectos pueda haber resultado fallido. Me atrae porque, a veces explícitamente y otras entre recovecos más o menos triviales, estas memorias r

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