Más allá de la irradiación política natural del conferimiento del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado, hay elementos que desbordan la simple conjetura política, convencional. Corresponden al intangible ámbito moral, emocional, espiritual, cuya lectura, repercusión, se anuncia tan significativa como poderosa.

La concesión del Premio Nobel de la Paz, a María Corina Machado, ha desatado una fuerza inconmensurable, emocionante y libertaria. Noruega resuena nuevamente en la memoria histórica, humana, nuevamente orienta, refresca, ilumina el sentido humano planetario de la libertad y la democracia. El martillazo de la justicia ha determinado reconocer la lucha de la sufrida, heroica, tenaz, nación venezolana.

La poderosa fuerza emocional desatada en la ceremonia, la angustiante trave

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