En materia musical, el año que va terminando transcurrió con mucho éxito, aunque no sin algunos bemoles. Bemoles porque las orquestas, teatros, auditorios y festivales pasaron por alto el bicentenario del nacimiento de Johann Strauss II, el Rey del Vals. Los 50 años de la muerte de Dmitri Shostakóvich se resolvieron programando su sinfonía más popular y listo. Maurice Ravel tuvo mejor suerte: la Filarmónica de Bogotá conmemoró, y muy bien, los 150 años de su nacimiento. Lo del éxito tuvo que ver, primero, con la calidad de la variada oferta musical y, quizá más importante, con la recepción del público: casi sin excepción, los conciertos y espectáculos – especialmente los realizados en el Teatro Mayor y en el auditorio León de Greiff– tuvieron lleno completo.

A diferencia del año que te

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