Era la primera Navidad con el local en funcionamiento. Apenas hacía unos meses que habían comenzado con los desayunos y a Encarna Orozo le gustaba pasarse con asiduidad por el sitio de Calor en la Noche para chequear el nuevo servicio y, sobre todo, “hablar con la gente”. En aquellas charlas en vísperas de las fiestas, un mantra se repetía para tristeza de la voluntaria que buscaba hacer “algo especial” para celebrar la Navidad ahora que la asociación gaditana vinculada a La Salle contaba con un espacio físico. “¿Navidad? Yo no quiero celebrar la Navidad. Eso es para reunirse, ¿con quién me voy a reunir yo?, ¿quién se acuerda de mí?”, venían a coincidir los usuarios. Algo había que hacer para devolver el espíritu navideño a los vecinos más desfavorecidos de la ciudadanía gaditana. Y, vay

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