Las palabras ya no importan. Tienen más peso las poses y los gestos eufóricos. Los largos y ridículos juramentos que se escuchan en el Congreso, además del griterío y de los insultos de las huestes mileístas, evidencian la bancarrota de la argumentación.

Javier Milei dice en el aniversario de Daia (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) una palabra que culpa a la población civil de Gaza por el pogromo sanguinario que cometió Hamas en las aldeas agrícolas del sur de Israel en 2023, pero nadie lo cuestiona ni le pide explicación.

“El 7 de octubre… vimos cómo una sociedad cometía, filmaba y repartía orgullosa al resto del mundo el crimen más aberrante del que se tenga memoria”. Dijo “sociedad” donde debió decir “Hamas” o “terrorismo ultraislamista”.

Culpó a una población entera

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