La educación artística suele considerarse un complemento, pero en realidad desempeña un papel fundamental en el desarrollo integral de las personas. Su importancia va más allá de la creación estética: contribuye al pensamiento crítico, la sensibilidad y la capacidad de expresión.
Las artes enseñan a observar con detenimiento. Un estudiante que aprende música desarrolla oído; quien dibuja afina la mirada; quien actúa entiende el cuerpo y la emoción. Estas habilidades fortalecen la percepción del mundo, permitiendo apreciar matices que a menudo pasan desapercibidos.
Además, la educación artística fomenta la creatividad. Resolver problemas estéticos requiere imaginación y flexibilidad, capacidades que luego se trasladan a otros ámbitos. La innovación en ciencia, tecnología o negocios suele

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