La borrasca Emilia azotó con violencia las calles de Las Palmas de Gran Canaria, un barrido de lluvia y viento de una voracidad que, por ejemplo, tumbó unos 40 ejemplares del menguado arbolado de la ciudad. Las calles mal pavimentadas creaban microestanques en cada paso de peatones y, evidentemente, el flujo de personas se contuvo.

Pero es difícil que algo pueda detener el ritmo de la ciudad más poblada de Canarias, una urbe que este mismo viernes daba a conocer que su población ya asciende hasta los 381.868 habitantes. Eso sin contar las tropas, que armadas con 'trolleys', recorren cada día unas calles ya estranguladas por el peso de la turistificación.

Sobre Las Palmas de Gran Canaria no solo pendía la amenaza de temporal y la recomendación de evitar cualquier trasiego público. Desde e

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