Una nueva señal de alarma se encendió en el entramado productivo local tras el cierre definitivo de una planta pesquera con décadas de presencia en la actividad industrial. La decisión derivó en la pérdida de 50 puestos de trabajo y volvió a poner en foco la fragilidad que atraviesa el sector.

El contexto económico aparece como un factor determinante. La inflación, el aumento sostenido de los costos operativos, la caída del consumo interno y el ingreso de productos importados a precios más competitivos conformaron un escenario adverso para las empresas dedicadas a la elaboración de alimentos.

El impacto social del cierre no tardó en sentirse. La desvinculación de trabajadores afectó directamente a familias enteras y generó preocupación en distintos ámbitos vinculados a la actividad

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