La generación milenial no lo ha tenido del todo fácil. Su vida ha estado marcada por dos profundas crisis económicas –la financiera y la provocada por la pandemia del coronavirus–, una vida laboral acusada por la precariedad y mayores dificultades para acceder a una vivienda o formar una familia. Pero, quizás, a muchos les espera un último golpe de suerte: la herencia. Falta muy poco para que comience lo que ya se ha llamado Gran Sucesión , es decir, el legado que sus padres –pertenecientes a la generación del Baby Boom– dejarán cuando fallezcan a quienes han nacido entre 1980 y 1999. Una transmisión patrimonial que se vislumbra como la más cuantiosa de la historia y que en Canarias puede conllevar que 100.000 millones de euros cambien de manos.
Un legado generacional que puede, a

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