Que las relaciones entre Estados Unidos y Colombia iban a pasar por un momento difícil con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca era algo que se anticipaba dada las grandes diferencias ideológicas con el gobierno de Gustavo Petro y la explosividad inherente en ambos líderes. Lo que nadie imaginó fue lo profundo que sería este divorcio.

En estos últimos 11 meses –desde que el mandatario republicano asumió las riendas de la Oficina Oval Blanca en enero de este año– el deterioro ha sido meteórico . Tanto, que, de ser considerado un aliado estratégico de EE. UU. en la región, el país es visto ahora (al menos desde la perspectiva de la administración republicana) como un integrante más del llamado “eje del mal” junto a Venezuela, Cuba y Nicaragua, y hasta posible blanco militar en la cam

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