La creciente adopción de las stablecoins en distintos rincones del mundo se ha convertido en un termómetro de la economía global y en una señal clara de la desconfianza hacia las monedas nacionales. Estas monedas digitales, vinculadas a activos estables como el dólar estadounidense, no buscan la especulación, sino ofrecer un refugio seguro frente a la inflación y la devaluación.
A diferencia de criptomonedas como Bitcoin, cuyo valor es volátil, las stablecoins han encontrado un espacio en la vida cotidiana de ciudadanos que buscan proteger sus ahorros y realizar transacciones sin depender de sistemas bancarios ineficientes o restrictivos. Países como Argentina, Venezuela o Turquía son ejemplos claros de cómo la inestabilidad económica ha impulsado el uso de estas monedas digitales.
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