Por Alberto Martínez Monterrosa (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 27 de agosto de 2025.- Cuando viví en El Pozón con mi familia materna, los buses de Olaya llegaban hasta el retén de Doña Manuela, así es que nos tocaba caminar más de un kilómetro, diariamente, de ida y de venida, a sol o a lluvia, para conectarnos con la ciudad de los amores.
En los escasos tres barrios que lo poblaban no había luz, ni acueducto, ni alcantarillado ni nada parecido a una calle pavimentada, pero desde muchos confines seguían acurrucándose allí los hijos de nadie en busca de la tierra prometida.
Los más grandecitos teníamos que lanzarnos a la caza de un carrotanque de agua que se aparecía entre las 4 y 5 de cada madrugada para comprar dos latas que nos ceñíamos a cada hombro al tenor de