La mano invisible de Yelitza Santaella tejió sigilosamente la libertad de “Sanguiro” y “Tiola”.

“Que tú derecha no sepa lo que hace tú izquierda”, había expresado a sus allegados

Consistió en un trabajo en la sombra, removiendo obstáculos y allanando caminos.

Luego de seis largos meses, con las puertas selladas y un muro imposible de derribar, los recursos jurídicos taponados y un cerrojo político infranqueable, apareció una fuerza redentora con fuerza, impulso y deseos de actuar.

El pueblo pedía a gritos su liberación y nadie en las altas esferas de gobierno parecía escuchar.

Manuela Sáenz, pareja de “Tiola”, escribía a diario, con imágenes jamás repetidas y ángulos distintos de la valía de su amado, un mensaje sin destino.

Los medios de comunicación cada tanto se manifestaban en pr

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