Para Ana Larrauri, una docente que le dedicó su vida al aula y a los alumnos que pasaban por ellas, el mundo se quebró en dos después de la llegada de las drogas. "Es un antes y un después", dice, preocupada, sobre los efectos que tenían en los chicos que iba perdiendo ante distintos tipos de adicciones. Eran problemas que excedían su rol de maestra de grado en colegios del San Nicolás del siglo pasado, una época con más silencios. Pero sentía que no podía quedarse quieta y empezó a combatir esos problemas con las herramientas que tenía: la palabra.
Su enfoque basado en el diálogo para tender puentes con los estudiantes sentó una forma de abordar los problemas y de educar en la Escuela Normal de San Nicolás, donde todavía la recuerdan. "Era un poco de avanzada en cuanto a relaciona