Hubo un tiempo en que un docente podía cambiarte la vida. Tuve la suerte de que en mi etapa adolescente, allá por los años 90, se cruzaron en mi camino algunas maestras que, al igual que aquel profesor inconformista de la joya cinematográfica El club de los poetas muertos, conseguían despertar en sus alumnos la necesidad de cuestionar lo establecido, además de cultivar su propio pensamiento.

No nos hablaban subidas desde un pupitre, pero el mensaje calaba de igual modo, a pesar de la algarabía de hormonas que se respiraba en las aulas.

Después de haber tenido la fortuna de recibir aquellas valiosas enseñanzas, es decepcionante, hoy por hoy, observar cómo en una pizarra pública como es la de Televisión Española, es tendencia la aparición de personajes, cuyo único oficio en sus vidas no

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