En pleno corazón de la Avenida Corrientes al 400 se alza el Edificio Safico, una mole blanca de estilo racionalista que está por cumplir 92 años y que marcó un hito en la historia urbana de Buenos Aires. Su construcción en 1932 llevó apenas 10 meses (se culminó en 1933), un tiempo récord para la época. Con casi 93 metros de altura, fue el rascacielos más alto de la Argentina hasta que en 1936 apareció el Kavanagh, que lo superó por escasos metros y lo relegó en el podio de las construcciones monumentales.

La obra se encargó a la Sociedad Anónima Financiera y Comercial (Safico), de allí su nombre, y fue dirigida por el ingeniero suizo Walter Moll (hizo otros edificios en Caballito y el centro de CABA) , quien aplicó innovaciones técnicas y estructurales de vanguardia.

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