El estrés se ha convertido en uno de los principales enemigos silenciosos de la salud moderna. Aunque suele asociarse únicamente con ansiedad, presión laboral o problemas emocionales, lo cierto es que impacta de manera profunda y a menudo imperceptible en el cuerpo humano. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés crónico es ya uno de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurológicas en el siglo XXI.

Lo más preocupante es que el estrés no siempre se manifiesta con síntomas claros: muchas veces actúa en silencio, disfrazándose de dolencias comunes que los afectados suelen ignorar. Reconocer estas señales tempranas puede marcar la diferencia entre un simple malestar pasajero y el inicio de una enfermedad c

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