Chile mantiene desde hace años un esquema de horarios que alterna entre invierno y verano . La medida busca aprovechar más luz solar en determinadas épocas del año y, aunque se ha instalado como una costumbre, sigue generando debates internos sobre sus beneficios reales.

En cada transición, los relojes del país trasandino se adelantan o atrasan según corresponda. Esto produce ajustes en la rutina diaria de la población y obliga a realizar adaptaciones en distintos sectores productivos, comerciales y de servicios.

Las modificaciones también alcanzan a la vida internacional. Argentina, a diferencia de Chile, conserva el mismo huso horario durante todo el año. Esa diferencia en la administración del tiempo provoca desajustes temporales que afectan a viajeros, transportistas y turistas

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