No es lo mismo ser que parecer. Javier Milei es el presidente de la Nación pero muchas veces no lo parece. Sumergido en una campaña electoral que, victoria mediante, puede allanar el programa económico ultra liberal del oficialismo, el mandatario muestra el Mister Hyde que lleva adentro.

En la tribuna de Junín, cuando arengó a las masas entonando la canción que mentaba al pingüino y al cajón, o en la breve caravana por Lomas de Zamora, interrumpida por un piedrazo y varios insultos, sacó a la luz su personalidad desbocada. Esa conducta lejos de engrandecerlo, lo empequeñece. No es lo que se espera de un jefe de Estado.

La democracia que supimos construir es frágil. Hay que cuidarla. Tiene 42 años pero sería un error pensar que podemos dejar que camine sola. Los excesos la magullan, la

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