En en estos días fríos se ve la playa desierta, casi nadie, aun cuando el sol tiene rachas de tibieza. Como mucho, alguna figura a lo lejos, la silueta de una corredora, y si uno camina un rato más, en la casilla cerrada de un balneario, sentado de cara al sol, un grupo de pibes aburridos compartiendo un mate. También puede verse, a veces, una banda de perros de playa: son tan tristes estos animales desflecados que husmean por ahí. Es que el pueblo se ha recluido en sí mismo. Este es un pueblo de vacaciones, se dice, y descansamos cuando no es temporada. La calma se parece demasiado a un letargo moribundo. Uno puede preguntarse por qué si este tiempo es favorable para la playa radiante quienes viven aquí ni bajan verla. Como si la inercia revelara una verdadera esencia de sus habitantes: u
Agosto

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