En una sala de ensayo, un grupo variado de jóvenes y mayores se reúne varias tardes a la semana . En el cuarto de al lado, esperan la lección del profesor un puñado de niños de entre tres y seis años; y en la estancia contigua hacen lo propio adolescentes de alrededor de los trece. Algunos no se conocen y otros llevan años haciéndose compañía . Algunos tienen mucho en común y otros tienen vidas y gustos dispares. Algunos son vecinos y otros acuden desde poblaciones cercanas . Pero cuando suenan los primeros acordes, todos ellos se convierten en equipo. La música, sin decir palabra, se encarga de unirlos.

La estampa escenifica la esencia de lo que día a día sucede en el interior del Auditorio y Centro Municipal de Cabezo de Torres, inaugurado en el año 2000 precisamente para dar

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