Hoy estreno formato: contar un café que ya no funciona y que cerró hace muchos años. El relato es una suerte de spin off —como se dice en la actualidad— de una mención que, al pasar, escribí en la última reseña del Bar Guanabara. Me refiero a la anécdota ocurrida durante el derrocamiento del segundo gobierno democrático del presidente Juan Domingo Perón. Por entonces, Hipólito Gasamanes —dueño del Guanabara— era un muchacho que trabajaba en el Bar 9 de Julio. En esos revoltosos días, el patrón del bar, para resguardar la integridad de los empleados, no tuvo mejor idea que trasladarlos hasta su casa en Corrientes y San Martín. En ese cruce de calles, tanques del Ejército dispararon 24 cañonazos al Bar Helvética . Vengo a completar la historia.

Una década después del final de la Segunda

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