BANJUL, Gambia (AP) — Kawsu Leigh se retorcía de dolor en el barco pesquero: su piel quemada estaba tan moteada como la pintura de la cubierta bajo él. Las quemaduras, en carne viva y pringosas, le cubrían casi toda la parte superior del cuerpo.

Su día comenzó de manera normal: con su turno en uno de los barcos de propiedad extranjera que realizan pesca comercial en aguas de África Occidental. Terminó con él herido de tal gravedad a causa de un incendio provocado que aún no ha podido recuperarse, un año después del incidente.

Los pescadores locales, indignados por lo que llaman invasión ilegal y sabotaje por parte de las embarcaciones extranjeras frente a Gambia, habían confrontado de nuevo a uno de los barcos: el Abu Islam, de propiedad egipcia.

Pero Leigh era un marinero local también

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