El robot es una imagen diminuta. Se mueve inquieto en el mapa digital diseñado en una computadora. Con órdenes precisas, avanza identificando paredes, carteles y obstáculos virtuales. Está preparado para afrontar situaciones de catástrofe. Atravesado en su esencia por el gen argentino de la resiliencia, el robot logra atravesar distintas barreras. “Fue nuestro representante en el Mundial de Robótica en Brasil”, dice con orgullo la estudiante Martina Talamona.
Es jueves a la tarde previo a un feriado largo y la adolescente de 15 años concentra su energía en algoritmos y fórmulas en el Centro de Altos Estudios en Tecnología Informática (CAETI), en Barracas, dependiente de la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Mientras habla, su mente marcha a mil por segundo como si conviviera con